Amar a una Esteticista en San Valentín

Amar a una Esteticista en San Valentín

San Valentín siempre ha sido un día especial. Para muchos, es la fecha de las cenas románticas, las sorpresas y los regalos. Para mí, significa ver a mi pareja trabajar sin parar mientras embellece a otros para sus propias citas.

Hoy, como cada 14 de febrero, me despierto solo en la cama. Ella ya salió hace horas. Su agenda está llena y apenas tendrá tiempo para comer. Sé que no recibiré mensajes tiernos en todo el día, no porque no me quiera, sino porque entre faciales, depilaciones y uñas, apenas podrá respirar.

Al mediodía le escribo un «te amo, que tengas un buen día». Me responde con un emoji de un corazón y un «corriendo, hablamos luego».

Cuando por fin llega a casa, son casi las 10 de la noche. Se deja caer en el sofá, exhausta pero satisfecha.

— ¿Cómo estuvo tu día? — le pregunto.
— Caótico, pero lindo. Hice que muchas personas se sintieran hermosas para sus citas.

Y yo sonrío, porque ahí está el motivo por el que la amo. Su pasión por hacer sentir bien a los demás, incluso cuando significa que su propio San Valentín sea un día de agotamiento absoluto.

No tenemos una cena elegante, ni una salida especial. Pero tengo lista su comida favorita y un masaje esperando. Porque a veces, el mejor regalo en San Valentín no es una joya, sino simplemente asegurarte de que la persona que amas termine el día sabiendo que alguien cuida de ella también.

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