Cómo apoyé a mi esposa en su día más frustrante

Cómo apoyé a mi esposa en su día más frustrante

Hay días en el centro de estética que parecen diseñados para poner a prueba la paciencia de un monje budista. Y ese día, Laura estaba al borde del colapso.

Todo comenzó cuando la primera clienta llegó tarde… ¡media hora tarde! Y, como si fuera poco, exigía que le hicieran su tratamiento completo sin recortar ni un minuto. Luego, la proveedora de insumos canceló la entrega de productos a última hora, dejando al salón sin gel conductor para los tratamientos de aparatología. Y para coronar la mañana, una clienta que se había realizado un tratamiento de hidratación facial se miró al espejo y exclamó:

«No veo diferencia, ¿me pueden devolver el dinero?»

Yo, que estaba en mi “puesto de observación” en la recepción, vi cómo a Laura le temblaba el párpado del estrés. Sabía que si no intervenía, la frustración la consumiría el resto del día.

Esperé a que tuviera un minuto libre y me acerqué con mi mejor táctica: “Operación Descompresión”. Le preparé su café favorito y le dije:

—»Mira, no puedes controlar que las clientas lleguen tarde o que la proveedora falle. Pero sí puedes decidir cómo te afecta. Respira y dime… ¿quieres que vayamos a la panadería por algo dulce después del turno?»

Su cara cambió. Suspiró, bebió un sorbo de café y me miró con una sonrisa cansada.

—»Si hay pastel de chocolate, prometo no lanzar la camilla por la ventana.»

Y así, poco a poco, la tormenta pasó. El día siguió con sus retos, pero con una mejor actitud.

🔹 Moraleja: A veces, lo mejor que puedes hacer por alguien que amas en un día frustrante no es darle soluciones, sino recordarle que no está sola.

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