Tener un centro de estética es como tener otro miembro de la familia: requiere tiempo, dedicación y, a veces, se roba todas las conversaciones en la mesa. Pero con el tiempo, aprendí que lo importante no es separar la vida familiar del negocio, sino integrarlas de una manera que nos haga crecer juntos.
Y, a decir verdad, algunas de las mejores experiencias en nuestro hogar han nacido de esos pequeños momentos en los que el salón y la familia se mezclan de formas inesperadas.
Desarrollo
Un día, nuestra hija menor se sentó junto a Laura mientras ella organizaba su agenda en la tablet. Con la curiosidad típica de los niños, preguntó:
—Mami, ¿por qué siempre estás anotando cosas?
Laura le explicó que cada nombre en esa pantalla era una persona que confiaba en ella para sentirse mejor, más bonita y más relajada. Nuestra hija, con la lógica sencilla de los niños, respondió:
—Entonces, ¿tú eres como una hada madrina?
Nos miramos y no pudimos evitar reírnos. Pero después, Laura me dijo en voz baja:
—¿Sabes? A veces se me olvida que este trabajo, por más cansado que sea, tiene algo de mágico.
Desde ese día, decidimos involucrar a nuestra hija en pequeñas tareas, como ayudar a elegir los colores de las toallas o doblar pequeños paquetes de muestras. Lo hacía con entusiasmo, sintiéndose parte del equipo.
Por otro lado, en casa, también comenzamos a hacer pequeños rituales familiares para desconectarnos del trabajo:
✅ Cenas sin pantallas, para hablar de cualquier cosa que no fuera el salón.
✅ Días especiales, donde Laura no tocaba la agenda y solo nos dedicábamos a disfrutar.
✅ Conversaciones abiertas, donde nuestros hijos entendían que el trabajo es importante, pero también lo es descansar y compartir juntos.
Con el tiempo, nos dimos cuenta de que el equilibrio no se trata de dejar de hablar del trabajo en casa, sino de encontrar maneras de compartirlo sin que nos absorba por completo.
Moraleja
Cuando la familia entiende y se involucra en lo que hacemos, todo se vuelve más significativo. Y cuando nosotros aprendemos a poner límites y crear momentos de calidad, fortalecemos los lazos que realmente importan. Al final del día, el éxito no se mide solo en clientes felices, sino en la felicidad dentro del hogar.