En un centro de estética, como en la vida, los tiempos de crisis llegan sin avisar. A veces es un proveedor que falla, otras una baja inesperada en clientes, o incluso una pandemia que paraliza todo. Lo importante no es evitar la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia… o al menos no dejar que nos arrastre.
Desarrollo
El desafío:
Recuerdo un momento en particular: una semana crítica en la que se rompió el equipo de presoterapia, fallaron tres citas importantes y encima, la factura de luz llegó disparada. El salón parecía un barco en medio de un temporal. Laura, en vez de dejarse llevar por el estrés, nos sorprendió a todos con su serenidad.
La solución:
Laura aplicó tres estrategias que hoy considero verdaderos salvavidas emocionales:
- Anclarse en el propósito:
Recordó a todo el equipo (y a sí misma) por qué abrió el salón: para hacer sentir bien a las personas. Esa misión era más fuerte que cualquier crisis. - Micro-objetivos diarios:
Dividió la semana en pequeñas metas alcanzables: contactar a antiguos clientes, optimizar costos, reorganizar horarios. Lograr pequeños éxitos mantenía alto el ánimo. - Autocuidado consciente:
Cada día dedicaba aunque sea 10 minutos para ella: un café en silencio, una meditación rápida, o simplemente estirarse y respirar profundo.
Recomendaciones prácticas:
- Ten siempre a mano tu «carta de propósito», esa razón mayor que te impulsa.
- Celebra cada pequeño logro como una gran victoria.
- Recuerda que cuidar tu mente es parte fundamental de cuidar tu negocio.
Moraleja
La motivación no es algo mágico que aparece de la nada: es una decisión diaria, sobre todo en tiempos difíciles. Y cuando el mundo se tambalea, mantener firme tu corazón puede ser el mayor acto de belleza. 💪✨