Era un jueves. De esos en que la cafetera se rompe, el niño tiene fiebre y Laura ya va tarde a abrir el centro. Pero ese día, además, al llegar al salón… no había luz.
Ni recepción.
Ni música.
Ni camillas calientes.
Nada.
Yo, desde casa, tenía que cuidar al pequeño, lidiar con el teletrabajo y tratar de animarla por WhatsApp.
—»No pasa nada, amor. Esto también pasará»
—»Pero… ¿y las clientas? ¿Y la reputación? ¿Y las devoluciones?»
🛠️ El Desafío
- Apoyo emocional en momentos de frustración total.
- Compatibilizar la crisis del negocio con las demandas del hogar.
- Mantener la calma para no trasladar el estrés a la pareja o los hijos.
- Sentirse comprendido cuando el mundo parece colapsar por dentro.
🤝 La Solución
- Comunicación real, sin adornos
Ese día no intentamos fingir. Nos dijimos lo que sentíamos sin edulcorantes: frustración, miedo, cansancio. Y también recordamos que no estamos solos en esto. - Microapoyos familiares
Mi madre vino a ayudarnos con el niño. Un vecino ofreció una estufa portátil. Una clienta trajo café. La comunidad apareció cuando más lo necesitábamos. - Decisiones compartidas, no impuestas
Laura decidió cerrar el salón por el día. La apoyé sin cuestionamientos. A veces, proteger la energía vale más que salvar una jornada. - Pequeños gestos, gran impacto
Yo le preparé una cena sencilla, encendimos velas y hablamos de todo menos de estética. Un reset emocional.
🧭 Recomendaciones para quienes comparten hogar y negocio:
- Separar la persona del problema: no te enfades con tu pareja, enfádate con la situación.
- Pedid ayuda, no es señal de debilidad, sino de sabiduría.
- Cread rutinas de cuidado mutuo: cenas sin móviles, abrazos antes de dormir, palabras de ánimo diarias.
- Recordad que esto es un equipo, y en los equipos nadie gana solo.
💡 Moraleja
Los días difíciles no desaparecen por arte de magia. Pero cuando la pareja trabaja unida, el amor se convierte en el mejor generador de energía… incluso cuando se va la luz.