Cómo aprendí a ser un mejor apoyo emocional para mi esposa

Cómo aprendí a ser un mejor apoyo emocional para mi esposa

Si hay algo que he aprendido al estar casado con una esteticista es que su trabajo va mucho más allá de hacer tratamientos de belleza. No es solo masajes, faciales o depilación, sino que también es escuchar, contener emociones y absorber energías ajenas.

Al principio, no entendía del todo lo agotador que podía ser ese lado emocional del trabajo. Pero hubo un día en particular que me hizo abrir los ojos y entender que, como pareja, yo también tenía un papel importante en su bienestar.

Desarrollo

Era un jueves cualquiera. Laura llegó a casa más tarde de lo habitual. En cuanto abrió la puerta, noté que algo no estaba bien. No traía la energía de siempre ni me saludó con su típico «¡hola, amor!». En su lugar, suspiró, dejó su bolso y se desplomó en el sillón.

—Hoy fue uno de esos días… —dijo, cubriéndose la cara con las manos.

Sin pensarlo mucho, le respondí lo que cualquier esposo bien intencionado diría:

—No te preocupes, amor. Mañana será un día mejor.

Pensé que estaba ayudando, pero en vez de calmarla, noté que se quedó en silencio. Luego, con la voz baja, me dijo:

—A veces no quiero que me digas que todo va a estar bien… Solo quiero que me escuches.

Fue un balde de agua fría. En mi intento de «solucionar» su problema, no me di cuenta de que lo que realmente necesitaba era simplemente desahogarse.

Desde ese día, hice algunos cambios en la forma en que la apoyaba:

Aprendí a escuchar de verdad. No interrumpir, no buscar soluciones rápidas, solo dejar que hable.
No minimizo su cansancio. A veces, un «te entiendo» vale más que mil consejos.
Pequeños gestos hacen la diferencia. Prepararle un té caliente, hacerle un masaje en los hombros o simplemente poner su serie favorita sin preguntar.
Espacio cuando lo necesita. No siempre quiere hablar de su día; a veces, solo quiere desconectarse y eso también está bien.

Con estos pequeños cambios, noté que nuestra relación se volvió más fuerte. Laura se sentía comprendida y yo, en lugar de frustrarme por no poder «arreglar» su día, entendí que a veces el mejor apoyo es estar presente sin decir demasiado.

Moraleja

Si tienes una pareja que trabaja en un centro de estética, spa o salón de belleza, recuerda que su labor no solo es física, sino también emocional. La mejor forma de apoyar es aprender a escuchar sin querer solucionar todo. A veces, un abrazo y un «te entiendo» pueden hacer toda la diferencia.

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