Trabajar en estética es hermoso… pero también puede ser agotador.
Porque no solo tocás piel: tocás emociones, escuchás historias, absorbés energías. Y eso, si no se gestiona con conciencia, puede drenarte.
Laura me lo dijo una vez después de una jornada intensa:
—“Hoy no me duele el cuerpo… me duele el alma.”
Desde entonces empezamos a incorporar pequeños hábitos que le cambiaron la vida. Hoy los comparto con vos, para que también puedas cuidar lo más importante: tu bienestar mental.
🌿 Consejos clave
1. Poné límites con amor
Ser amable no significa estar disponible 24/7. Respetar tus horarios, rechazar turnos fuera de agenda y decir “no puedo” también es parte del autocuidado.
2. Liberate de las emociones ajenas
Después de una clienta que descargó su mundo sobre vos, tomate 5 minutos: respirá, salí a tomar aire, lavate las manos con intención. Eso corta la energía y te reinicia.
3. Hacé pausas intencionales
No esperes a explotar para descansar. Cada dos o tres turnos, agendá aunque sea 10 minutos para vos: un mate, una canción, estirarte… lo que te saque del piloto automático.
4. Tené una red de contención
Hablá con colegas, compartí con otras esteticistas, descargá con alguien que entienda. Guardarse todo solo genera tensión acumulada.
5. Celebrá tus logros diarios
No esperes una reseña de Google para valorar tu trabajo. Si una clienta se fue sonriendo, eso ya es motivo para agradecerte.
🪞 Moraleja final
Una esteticista sana, emocionalmente estable y equilibrada, brilla más.
Porque la energía que das a tus clientas empieza por la que cultivás para vos misma.
Cuidarte no es egoísmo, es una necesidad profesional.