Todo comenzó con Doña Rosa, una clienta fiel que venía cada mes para su tinte de cejas. Pero ese día, algo salió un poco mal…
Laura aplicó el tinte como siempre y le dijo:
—“Dejamos actuar unos minutos y luego retiramos.”
Hasta ahí, todo normal. Pero justo cuando iba a limpiar el producto, sonó el teléfono. Una consulta rápida, pensó Laura, y se distrajo unos minutos más de la cuenta.
Cuando se giró hacia Doña Rosa, casi se le sale el alma.
—»¡¡AY, DIOS MÍO!!» —gritó Doña Rosa al mirarse en el espejo—. “¡Parezco la prima perdida de Drácula!”
Sus cejas, en lugar de un castaño natural, eran negras, intensas y dramáticas. Laura intentó mantener la compostura, pero cuando Doña Rosa arqueó las cejas con cara de horror, las dos explotaron en carcajadas.
Afortunadamente, Laura tenía la solución: un poquito de agua micelar y un gel aclarador y todo volvió a la normalidad.
Al salir, Doña Rosa aún reía y le dijo a otra clienta:
—“Hoy casi me voy con cejas de villana de telenovela, pero qué bien me lo pasé.”
💡 Moraleja del día:
😂 Los errores pasan, lo importante es cómo los manejas.
✅ No pierdas la calma: La mayoría de los desastres en estética tienen solución.
✅ El humor salva el día: Si la clienta se ríe contigo, la fidelización está garantizada.
✅ Atención total en los tiempos: Un minuto extra puede ser la diferencia entre un look perfecto y un susto de Halloween.
📌 Reflexión Final:
A veces, en el salón, lo mejor que puedes hacer es reírte de los imprevistos. Como dice Laura: “Si no aprendemos a disfrutar los pequeños errores, nos perderemos la diversión del camino.”