La Esteticista Nueva y el Reto de Encajar en el Equipo

La Esteticista Nueva y el Reto de Encajar en el Equipo

Hace unos meses, Laura decidió contratar a una nueva esteticista, Andrea, para reforzar el equipo. Las reservas habían crecido gracias a una promoción exitosa, y el volumen de trabajo superaba lo que el equipo podía manejar cómodamente. Andrea llegó con un currículum impecable y una actitud proactiva, pero pronto quedó claro que integrarse en el equipo no sería tan sencillo como esperábamos.

El primer día de Andrea fue prometedor. Se le asignaron tratamientos de limpieza facial y masajes, dos de sus especialidades. Todo parecía ir bien hasta que llegó la hora de la pausa. En el pequeño espacio donde el equipo comparte charlas y café, la conversación giró en torno a temas habituales del centro: clientes recurrentes, anécdotas graciosas, e incluso algunos retos con proveedores. Andrea se mostró algo distante, lo que llamó la atención de las demás.

En los días siguientes, notamos que Andrea prefería trabajar en silencio, evitaba compartir consejos o técnicas con sus compañeras y, aunque hacía un buen trabajo, los clientes no siempre conectaban emocionalmente con ella. Las fricciones comenzaron a surgir cuando una de las esteticistas más veteranas, Sofía, mencionó que Andrea parecía evitar colaborar en tareas comunes, como reponer materiales o preparar cabinas al cierre del turno.

Laura, siempre observadora, se dio cuenta de que había un problema de integración que, si no se solucionaba a tiempo, podría afectar al ambiente del centro. Como es habitual en ella, me pidió consejo durante nuestra cena familiar.


La Solución

Le sugerí a Laura organizar una reunión de equipo, pero no como una sesión formal, sino un desayuno compartido fuera del salón. Quería que se enfocaran en conocerse más allá del trabajo. Durante el desayuno, Laura guió la conversación para que cada esteticista compartiera algo sobre su experiencia, su motivación para trabajar en el sector y sus aspiraciones.

Andrea se abrió por primera vez y explicó que en su último trabajo había sido parte de un ambiente competitivo donde compartir conocimiento no era bien visto. Su actitud reservada no era falta de interés, sino una barrera que había construido para protegerse. Las demás esteticistas comenzaron a entenderla mejor, y poco a poco la dinámica cambió.

Laura también estableció un sistema rotativo de tareas comunes para reforzar el trabajo en equipo y asignó a Andrea una sesión de capacitación con Sofía para que aprendieran a trabajar juntas.


Recomendaciones

  1. Observa y Actúa a Tiempo: Si detectas tensiones o comportamientos inusuales en el equipo, abórdalos de inmediato para evitar que se conviertan en conflictos mayores.
  2. Fomenta la Comunicación Abierta: Asegúrate de que cada miembro del equipo tenga la oportunidad de expresar sus necesidades y preocupaciones.
  3. Construye Momentos de Equipo: Organiza actividades fuera del entorno laboral para fortalecer las relaciones personales.
  4. Asigna Roles Claros: Un sistema rotativo de tareas fomenta la equidad y reduce las tensiones entre el personal.

Moraleja

La integración de un nuevo miembro en el equipo no depende solo de sus habilidades técnicas, sino de cómo se siente aceptado y valorado en el grupo. A veces, solo hace falta un pequeño gesto para derribar barreras y construir una cultura de trabajo más sana y colaborativa.

0 0 votos
Rating del Articulo
Suscribir
Notificar de
0 Comentarios
Más antiguo
El más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios