Reflexión sobre cómo manejar las expectativas en el trabajo

Reflexión sobre cómo manejar las expectativas en el trabajo

En el centro de estética de Laura, cada día trae consigo una nueva expectativa. Algunas reales, otras… un poco mágicas. Como marido observador y aprendiz constante, he visto que uno de los mayores desafíos es gestionar no solo los resultados de los tratamientos, sino las ilusiones que los clientes traen bajo el brazo.

Desarrollo

El desafío:
Muchas personas llegan al salón cargadas de expectativas poco realistas: «Quiero salir de aquí con la piel como porcelana», «¿Me podrías borrar las arrugas en una sesión?», «Espero estar 10 años más joven después del tratamiento». Estas ilusiones, aunque comprensibles, pueden generar frustraciones tanto en el cliente como en el profesional si no se manejan desde el inicio.

La solución:
Laura me enseñó una regla de oro: gestionar expectativas es tan importante como realizar el tratamiento.

  • Comunicación clara: Antes de empezar, siempre explica qué resultados son razonables y cuáles no.
  • Educar con empatía: Utilizar ejemplos sencillos, como comparar el cuidado de la piel con el ejercicio físico: no se logran cambios radicales de un día para otro.
  • Celebrar los pequeños logros: Cada mejora, por pequeña que sea, es un paso en la dirección correcta.

Recomendaciones prácticas:

  • Crea un protocolo de bienvenida donde se expliquen los alcances de cada tratamiento.
  • Utiliza material visual (fotos de antes y después reales, con tiempos adecuados) para reforzar el mensaje.
  • Recuérdale al equipo que gestionar expectativas no es ser negativo, sino construir relaciones basadas en la confianza.

Moraleja

No prometas magia, promete compromiso. Cuando el cliente entiende el proceso y confía en ti, el verdadero cambio —físico y emocional— comienza. ✨

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